Look sir, droids!

En el evento “We Robot,” realizado por Elon Musk bajo la marca de Tesla, se presentaron varios robots que poseen Inteligencia Artificial: dos vehículos y uno que resaltó mayormente, el prototipo de robot humanoide (androide) conocido como Optimus, siendo generaciones más avanzadas que su predecesor Bumblebee. Este robot fue diseñado con el propósito de automatizar tareas repetitivas, peligrosas o físicamente exigentes, tanto en entornos domésticos como industriales. El concepto parte de la filosofía de Tesla de integrar inteligencia artificial avanzada en hardware práctico, aprovechando la experiencia de la compañía en sistemas de conducción autónoma y robótica avanzada.

Algunas Características principales del robot son su diseño humanoide, que tiene articulaciones avanzadas que imitan los movimientos humanos, con una altura aproximada de 1.73 metros, un peso cercano a 57 kilos y su capacidad de levantar hasta 20 kilos; además de poder caminar a una velocidad máxima de 8 kilómetros al estar equipado con cámaras, sensores táctiles y de proximidad para navegar y operar de manera segura en entornos humanos, gracias además a su capacidad de procesamiento basada en la misma tecnología que impulsa los vehículos autónomos de Tesla, utilizando redes neuronales para el reconocimiento de objetos y toma de decisiones.

El cruce entre Optimus (y otros robots similares) y las visiones planteadas por la industria del entretenimiento y la ciencia ficción genera un debate fascinante sobre cómo la humanidad percibe y anticipa su relación con los androides. Este entrecruce no sólo alimenta las expectativas públicas, sino que también influye en cómo se desarrollan las tecnologías en el ámbito real.

De la ciencia ficción a la realidad: Influencia del entretenimiento en los androides

La ciencia ficción ha moldeado nuestra percepción de los robots como compañeros, trabajadores o incluso amenazas. Desde los androides de protocolo y astro-mecánicos de Star Wars (C3PO y R2D2) hasta los escenarios apocalípticos de The Terminator, estos relatos han explorado un espectro amplio de posibilidades.

Que estos androides, ahora aliados de una Inteligencia Artificial poderosa, sean diseñados para asistir y conectar emocionalmente con los humanos, como en Star Wars o Her, o que sean una amenaza apocalíptica como lo que se plantea en obras como I, Robot o The Matrix, surge como una advertencia sobre los riesgos del desarrollo descontrolado de la inteligencia artificial y su uso sobre este tipo de máquinas.

Estos relatos sin duda han influido en cómo se desarrollan los robots actuales. El propio Musk se refiere a Optimus como un robot similar a C3PO o R2D2. Las empresas de robótica y tecnología reconocen la importancia de hacer que sus creaciones parezcan confiables y no intimidantes. En particular, Optimus tiene un diseño deliberadamente humanoide, pero no agresivo. Su velocidad y fuerza están limitadas para evitar percepciones de amenaza. Entonces, las interfaces se diseñan para generar confianza, muchas veces añadiendo características humanas como voz amable o expresiones básicas. Ejemplos antecesores e igual de relevantes, son los robots sociales Pepper y Sophia.

En el año 2015, la empresa SoftBank Mobile de Japón lanzó su robot Pepper, capaz de comunicarse con personas e interpretar sus emociones. Este androide “con corazón” desarrollado de forma conjunta por SoftBank Mobile y el fabricante francés de robótica Aldebaran Robotics se incorporó como un trabajador en algunos establecimientos de Nescafé y Softbank en el país asiático. A partir de junio de ese año, se comenzó a comercializar a nivel doméstico. El proyecto ha evolucionado llegando a su versión Nao

Por su parte, Hanson Robotics de Hong Kong, en el año 2016 presentó a Sophia, un robot humanoide que es capaz de mantener una conversación y mostrar expresiones faciales entre otras cosas. Para la época de la pandemia estuvieron trabajando en otro modelo de nombre Mabel, centrado en la salud y el cuidado de pacientes. La idea detrás, era tener un ayudante para cuidar a los pacientes sin sufrir ni transmitir el virus.

¿Apocalipsis o utopía?

Los temores de un alzamiento de androides o una rebelión tecnológica surgen principalmente de la posibilidad de desarrollar inteligencia artificial avanzada que escape al control humano. Estas preocupaciones se basan esencialmente en un desarrollo autónomo de la Inteligencia Artificial que controla sus decisiones. Un sistema avanzado podría priorizar objetivos propios sobre los de sus creadores, como plantea la paradoja de la superinteligencia del filósofo sueco de la Universidad de Oxford, Nick Bostrom en su libro “Superinteligencia: caminos, peligros, estrategias”. Argumenta que si los cerebros de las máquinas superaran a los cerebros humanos en inteligencia general, entonces esta nueva superinteligencia podría reemplazar a los humanos como la forma de vida dominante en la Tierra.

El libro ocupó el puesto 17 en la lista de The New York Times de los libros de ciencia más vendidos en agosto de 2014. En el mismo mes, el magnate de los negocios Elon Musk, quien ahora nos presenta a Optimus, fue noticia al estar de acuerdo con el libro en que la Inteligencia Artificial es potencialmente más peligrosa que las armas nucleares.

Por otra parte, Los robots autónomos con capacidades ofensivas ya están en desarrollo en el ámbito militar, aumentando los riesgos de un mal uso. Sin embargo, para que se cumpla un escenario apocalíptico como lo que vimos en The Terminator, sería necesario un avance desmesurado en capacidades cognitivas y físicas de los robots, combinado con negligencia ética y regulatoria, algo que los expertos en ética y regulación están tratando de prevenir activamente.

Es más plausible que los androides del futuro se asemejen a los queridos C3PO y R2D2 de Star Wars, diseñados para asistir, comunicarse y facilitar tareas humanas, que a algo que se nos pueda volver en nuestra contra. Estos robots eso si, deben estar limitados por normas de diseño, en que los desarrolladores introducen límites de capacidad para garantizar la seguridad, como en el caso de Optimus. Y además se debe avanzar en tener regulaciones internacionales, con las leyes para el desarrollo y uso de robots asociados a Inteligencia Artifical, que hoy en día se encuentran en discusión en organismos como la ONU.

Las leyes de Asimov y su papel en la robótica moderna

Isaac Asimov planteó en su obra Círculo vicioso (Runaround) de 1942, tres leyes de la robótica que luego vuelven a aparecer en sus posteriores obras asociadas a Robots, Yo, Robot (1950), The Complete Robot (1982), y Visiones de robot (1990). Estas tres leyes establecen lo siguiente:

Aunque estas leyes son conceptuales y diseñadas para la ficción, su influencia en la ética de la Inteligencia Artificial y la robótica es profunda. Inspirados en estas leyes, muchos desarrolladores diseñan robots con prioridades de seguridad y protección para evitar comportamientos que puedan ser percibidos como peligrosos. Las leyes de Asimov revelan limitaciones conceptuales. Por ejemplo, cómo definir el daño a un humano en un sistema autónomo es una cuestión abierta, siendo un dilema moral que debiera resolver la propia Inteligencia Artificial. Aunque no se implementan literalmente, las leyes guían principios regulatorios para el desarrollo de sistemas seguros.

El futuro de los androides: Reflexión entre ficción y realidad

La evolución de androides como Optimus probablemente se alejará de los escenarios apocalípticos. Su desarrollo estará más alineado con el modelo de asistencia y protocolo, inspirado en figuras como los androides de Star Wars, no los de Episodio I: The Phantom Menace, claro está. Sin embargo, la industria debe mantenerse atenta a los desafíos éticos, regulatorios y técnicos para garantizar que estos avances se alineen con los valores humanos.

El impacto de la ciencia ficción es claro, de alguna manera vemos en nuestra realidad muchos artefactos que pueden haber sido inspirados en diversas historias de ciencia ficción, los ejemplos son muchos. Por tanto, estos relatos no solo predicen, sino que también inspiran y advierten. Como resultado, la tecnología real se desarrolla con un pie en la realidad y otro en las lecciones imaginadas por la narrativa especulativa, lo que nos da tanto esperanza como una saludable dosis de cautela y que es mejor poner atención.

Con el avance de la inteligencia artificial y la robótica, es previsible que Optimus evolucione significativamente. Con mejoras en sus algoritmos de aprendizaje profundo (Deep Learning) para manejar entornos más complejos y realizar tareas que requieran habilidades cognitivas básicas, como planificación y resolución de problemas. Inclusión de sensores hápticos que permitan al robot realizar tareas aún más delicadas, como manejar instrumentos médicos o realizar reparaciones técnicas precisas. Desarrollo de interacciones más humanas mediante reconocimiento de emociones y respuesta adecuada, lo que podría abrir puertas en áreas como el cuidado de personas mayores o la asistencia en salud mental.

Optimus podría integrarse a líneas de producción inteligentes, ajustándose dinámicamente a cambios en los procesos y reduciendo costos operativos. Robots humanoides capaces de realizar tareas más personalizadas, como cocinar, serían un paso natural en hogares inteligentes. Así también, Musk ha insinuado la posibilidad de usar robots como Optimus en misiones espaciales, realizando tareas en ambientes extremos o peligrosos, como en Marte. Pero no es necesario ir tan lejos, podrían ser útiles en el sector minero donde ya se ocupan otro tipos de robots radio controlados.

Por tanto, la llegada de estos robots humanoides funcionales con Inteligencia Artificial, podría tener un impacto transformador en múltiples áreas de la sociedad. ¿Podría ser esto el comienzo de una Quinta Revolución Industrial?

Desde 1784, inicio de la Primera Revolución Industrial, que las máquinas han transformado el trabajo en base a la mecanización de procesos. Desde 1969, muchos procesos se fueron automatizando pasando por una Tercera y hoy en día estamos viviendo una Cuarta Revolución Industrial (desde 2014). Entonces, será que estas capacidades puedan abrir nuevas automatizaciones de empleos repetitivos o peligrosos, con potencial para mejorar la productividad, lo que trae la redistribución de la fuerza laboral hacia roles creativos y especializados, lo que sin duda generar grandes desafíos relacionados con el desempleo estructural.

Los robots humanoides podrían cambiar la dinámica de interacción humano-tecnología, integrándose más profundamente en la vida cotidiana, por lo que surge la necesidad de establecer marcos éticos y legales para garantizar el uso responsable de estas tecnologías, preocupándonos sobre la privacidad, la seguridad de los datos y el control autónomo, al menos.

El cuidado de personas mayores ya es un tema respecto a políticas públicas, además de la forma en que las familias pueden enfrentar estas situaciones, ya que no es algo trivial de resolver. Este tipo de tecnologías podrían ayudar a mejora de la calidad de vida para personas mayores o con discapacidades mediante asistencia personalizada 24 horas al día, los 7 días de la semana. Así también, podría existir un aumento de la equidad en el acceso a servicios básicos a través de robots accesibles y funcionales, ampliando la cobertura de salud con especialistas en lugares donde hoy no hay.

Optimus causó sensación ya que representa un avance significativo hacia un futuro donde los robots humanoides se convertirán en parte integral de la sociedad. Su evolución dependerá de la integración de tecnologías avanzadas de Inteligencia Artificial, sensores y mecánica de precisión. Aunque los desafíos éticos, sociales y económicos son evidentes, el potencial transformador de esta tecnología tiene el poder de redefinir la manera en que trabajamos, vivimos e interactuamos con el mundo.

El gran problema es que históricamente la tecnología avanza más rápido que las regulaciones…

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